Recorrido...
Es lunes. Soy actor pero aun no logro triunfar como planeo. Todas mis esperanzas están en la audición de esta noche, es una película independiente no muy publicitada, pero será un gran éxito. Estoy muy confiado en que haré un buen trabajo esta noche. Si no lo hago, me hundiré en un vacío potencialmente destructivo. Tengo que hacerlo, tengo que lograrlo. Ya es hora de la audición. Pongo todo mi esfuerzo, tengo confianza en mí mismo, y sé que si no me aceptan para el papel no podré soportarlo. "Lo llamaremos, pero no creemos que usted vaya acorde con el personaje". Siempre lo mismo, por qué no lo pude imaginar? Por qué tomar el riesgo? Si nunca hubiese ido a esa audición nunca hubiese sido rechazado.
Decepcionado conmigo mismo, decepcionado con el universo, apareces tú, con palabras de aliento que en este preciso instante no puedo comprender. Me hablas, te hablo, sin saber y sin pensar si hay quorum de articulaciones. No puedo dejar de pensar en esa audición, ese último pero para nada primer rechazo. Es cansancio, es temor, ya no importa. Me acuesto a pensar, destruyo mi cara de acero inoxidable con dos simples gotas de agua salada como el mar.
Ya es Miércoles, cada vez me siento más vulnerable. Ya no es aquella audición que probablemente no valía la pena, es algo más que me afecta. No sé con certeza qué será, pero se siente como una invasiva enfermedad que atraviesa mi interior y va corrompiendo mis órganos. No, no es una sensación agradable. Otra vez tu presencia, un gran abrazo cuando más lo necesito. Cómo me conoces tanto si ni yo mismo lo he logrado? Busco la cura, para esta enfermedad, pero huye de mí como una adolescente rebelde y sobreprotegida.
Jueves, no quiero cura, pero la sigo buscando. Otra vez te veo, te quiero, me quieres, nos queremos, pero tu vida profesional y laboral te quitará todo el tiempo, no puedes seguir viéndome. Eso me recuerda, necesito trabajo pero mi orgullo o mi exhaustez me prohiben terminantemente asistir a otra audición.
Hoy es viernes y ya lo que queda es esperar. El tiempo dirá y dará. Una nueva audición? No estaría de más. Tú? Ahí estarás. Y de mi salud, nunca me cansaré de buscar la cura, pero será la cura que me encontrará a mí.
Decepcionado conmigo mismo, decepcionado con el universo, apareces tú, con palabras de aliento que en este preciso instante no puedo comprender. Me hablas, te hablo, sin saber y sin pensar si hay quorum de articulaciones. No puedo dejar de pensar en esa audición, ese último pero para nada primer rechazo. Es cansancio, es temor, ya no importa. Me acuesto a pensar, destruyo mi cara de acero inoxidable con dos simples gotas de agua salada como el mar.
Ya es Miércoles, cada vez me siento más vulnerable. Ya no es aquella audición que probablemente no valía la pena, es algo más que me afecta. No sé con certeza qué será, pero se siente como una invasiva enfermedad que atraviesa mi interior y va corrompiendo mis órganos. No, no es una sensación agradable. Otra vez tu presencia, un gran abrazo cuando más lo necesito. Cómo me conoces tanto si ni yo mismo lo he logrado? Busco la cura, para esta enfermedad, pero huye de mí como una adolescente rebelde y sobreprotegida.
Jueves, no quiero cura, pero la sigo buscando. Otra vez te veo, te quiero, me quieres, nos queremos, pero tu vida profesional y laboral te quitará todo el tiempo, no puedes seguir viéndome. Eso me recuerda, necesito trabajo pero mi orgullo o mi exhaustez me prohiben terminantemente asistir a otra audición.
Hoy es viernes y ya lo que queda es esperar. El tiempo dirá y dará. Una nueva audición? No estaría de más. Tú? Ahí estarás. Y de mi salud, nunca me cansaré de buscar la cura, pero será la cura que me encontrará a mí.
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